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sábado, 21 de junio de 2014

Estación Atahona, FCCN, Tucumán, Argentina

La ley del 14 de octubre de 1868 afectaba dinero excedente producto de las exportaciones al estudio de nuevas líneas ferroviarias como el Ferrocarril Andino y una línea que vincularía a Córdoba con Salta y Jujuy.
Para la construcción de esta última se proveyó fondos de la ley de empréstito de obras públicas y se autorizó al Poder Ejecutivo para contratar inmediatamente las obras de una línea que uniera Córdoba con Tucumán, estableciendo la trocha de 1 metro como la adecuada en función de menores costos.
La obras se iniciaron en 1873 y el 31 de octubre de 1876 se produce la inauguración oficial de la línea cuando el tren que transportaba al presidente Nicolás Avellaneda llegó a la ciudad de Tucumán.
El 28 de octubre de 1887, la ley 2203 autorizó al ejecutivo enajenar el Ferrocarril Central Norte desde Córdoba a Tucumán, el 31 de diciembre de ese mismo año se firmó el decreto que aceptaba la propuesta de los señores Hume Hnos. para adquirir los 884 kilómetros de la línea, los mismos posteriormente transfirieron esos derechos a la sociedad formada en Londres denominada ferrocarril Central Córdoba, garantizándole el estado una rentabilidad positiva del 5% durante 15 años. Los 140 kilómetros del Ferrocarril Noroeste Argentino (El Provincial de Tucumán). también pasaron a engrosar el patrimonio del poderoso FCCA.
En mayo de 1938 debido a los acuciantes problemas financieros de la empresa la misma fue incorporada al estado nacional bajo la órbita pública de Ferrocarriles del Estado.
Tras la segunda guerra mundial, el gobierno provisorio de la República Francesa formalizó conversaciones para vender sus ferrocarriles. El 17 de diciembre de 1946 se firmó el contrato de compra venta entre  Miguel Miranda presidente del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) y el embajador de Francia, determinándose un precio de unos 45 millones de dólares por las 3 compañías francesas. Así el 1 de noviembre de 1947 se hizo efectiva la incorporación definitiva de las empresas galas a los Ferrocarriles del Estado pasando a denominarse entonces Ferrocarril General Belgrano. Nuestro ferrocarril en cuestión a pesar de ser inglés, por su trocha angosta pasó a engrosar el kilometraje del recientemente creado Gral Belgrano.
La estación formó parte del mítico ramal CC, troncal que vinculaba la capital del país con la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Los trenes rápidos como el Cinta de Plata o el internacional que vinculada Buenos Aires con La Quiaca no se detenían en Atahona, sólo lo hacían los tres servicios locales que partían de Tucumán con destino a Frías en Santiago del Estero, la primer formación arribaba a las 7:30, la segunda a las 12:00 y por último la tercera lo hacía a las 19:00, se trataba del popular tren marrón o de palo.
La estación era única en su tipo, construída en chapa acanalada, difiriendo del resto edificadas en mampostería de ladrillos.
La clausura de la misma se produjo el 1 de mayo de 1993, bajo la presidencia de Menem, actualmente el ramal es operado por el Belgrano Cargas y Logística, empresa creada en mayo de 2013 por decreto de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El edificio se encuentra intrusado pero bien conservado por la misma persona desde hace veinte años, el cuadro de la estación mide 300 metros de largo por 75 metros de ancho y a su alrededor siguen funcionando los mismos comercios que nacieron cuando la estación Atahona generaba movimiento y riqueza.



Estación Villa Alberdi (Juan Bautista Alberdi), (FCNO), Tucumán, Argentina

La historia de Villa Alberdi comienza a delinearse con la llegada del ferrocarril. 
Nos debemos remontar a los orígenes del Ferrocarril Provincial hace 129 años, cuando el 1 de abril de 1885 el entonces gobernador de la Provincia Don Santiago Gallo, promulgó la ley que otorgó a Samuel Kelton la autorización para construir una línea de trocha métrica de 142 kilómetros de extensión entre San Miguel de Tucumán y La Madrid. Los trayectos Capital-Río Chico-Santa Ana y La Madrid-Graneros-Alberdi-Río Chico y Santa Ana se comenzaron a construir en 1886. Al percatarse de este importante emprendimiento Don Napoleón Marañón, un militar radicado en la zona, dona tierras tierras para la construcción de la estación, solicitando además la creación de una villa en cercanías de Posta de Naranjo Esquina, sobre el camino real, primitivo trazado de la nacional 38.
El movimiento que desató el ferrocarril fue tan grande que la villa fue generándose en torno a la misma y no 1.5 kilómetros adentro como había propuesto Marañón. El 11 de julio de 1888 se inaugura la estación y el 26 de noviembre de ese mismo año se funda Villa Alberdi, aunque oficialmente el ramal comienza a funcionar el 28 de setiembre de 1889.
Durante la temporada de zafra el movimiento de trenes, carga y pasajeros era muy intenso, el Chispero, el Flecha llevaban y traían pasajeros de y hacia La Madrid, había servicios hacia Concepción y Capital, petroleros y cargueros hacia el sur y Buenos Aires, y por supuesto el famoso coche motor que llevaba y traía estudiantes hacia Tucumán.
El 26 de octubre de 1899 el Ferrocarril Noroeste Argentino pasó a engrosar las filas del poderoso Central Córdoba, la línea sur pasó a nomenclarse como ramal CC12, y para 1910 extendió sus vías 23 kilómetros hacia el sur hasta llegar a La Cocha, conociéndose al tramo como ramal CC13, para luego extenderlo hasta Rumi Punco en el límite con la Provincia de Catamarca. Durante la década de 1950, durante la presidencia del General Perón surge un proyecto para comunicar punta de rieles con la línea A que llegaba desde San Fernando del Valle de Catamarca hasta La Merced, para ello había que salvar las Cumbres del Potrerillo, por eso se comenzaron a construir una serie de túneles y diques complementarios que como ocurrió con la Ciudad Universitaria de la Sierra de San Javier quedaron abandonados antes del golpe militar de 1955.
El 27 de diciembre de 1979 se levantó el ramal Alberdi-Rumi Punco, para esa época ya había dejado de circular el coche motor, y en marzo de 1993 se clausuró la estación Villa Alberdi.
Como vemos los períodos de construcción, auge, estancamiento y muerte de los ramales que componen la red ferroviaria argentina coinciden ya sea que estemos hablando de la pampa rica, del norte o del sur, hecho que señala que todos los acontecimientos sucedidos estuvieron previstos dentro de un plan mucho más grande que tenía a la Argentina cumpliendo un rol específico dentro del esquema de las potencias mundiales de turno.

viernes, 20 de junio de 2014

Las ruinas de la modernidad. El funicular de la Sierra de San Javier, Tucumán, Argentina

Otra vez en la vía y en esta oportunidad tras los pasos de uno de esos mega proyectos truncados fruto de un cambio de paradigma y de una mala lectura de la realidad.
El viaje me lleva a la zona del Cerro San Javier, a pocos kilómetros de la capital de la Provincia de Tucumán, allí durante 1948 surgió el ambicioso proyecto de construcción de una ciudad universitaria a dos niveles, uno que se ubicaría al pié de la sierra y otro proyectado 550 metros más arriba, vinculados ambos por un funicular de 4, 5 kilómetros de extensión, que imponía el reto de salvar un gran desnivel en un corto recorrido en medio de una selva espesa y húmeda.
El ambicioso emprendimiento nació bajo el rectorado del Doctor Déscole durante el primer gobierno del General Perón, teniendo como antecedentes otros campus universitarios que ya habían probado su exitoso funcionamiento en países del norte rico.
La obra se iba a desarrollar en dos niveles, el nivel alto contendría los bloques de residencia más algunas facultades y el área de esparcimiento, mientras que el inferior ubicado en Horco Molle contendría el área de equipamiento y mantenimiento, el hospital y las escuelas con temática agropecuaria.
Para 1952 ya se habían finalizado algunas obras, otras como el impresionante monoblock de la Sierra de San Javier estaban a mitad de su construcción y otros ni siquiera habían sido comenzados. Lamentablemente las crisis globales atentaron contra la financiación del mega emprendimiento, como así también los problemas que afrontaba el segundo gobierno de Perón en el plano local. Para 1955, año del quiebre institucional la obra estaba absolutamente paralizada y como era de suponer el nuevo gobierno de facto no iba a mover un sólo ladrillo para continuar un proyecto impulsado por el "tirano depuesto", sumiendo a las estructuras a 62 años de desidia y abandono en medio de un clima hostil que ha afectado a todas las partes no mantenidas.
Durante los setentas hubo un movimiento para volver a poner en marcha la construcción, lo mismo ocurrió durante los años de gobierno del Doctor Alfonsín, pero cada cambio político-ideológico vuelve a paralizar la iniciativa, hoy existen proyectos de la Facultad de Arquitectura de la UNT, como así también de alumnos de un colegio privado para refuncionalizar el área del funicular como un mero emprendimiento turístico, pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, otro cambio se avecina y no se ha hecho nada más allá de las muy buenas intenciones.
La mega estructura del monoblock de la sierra
Para observar lo viaductos, cinco en total conviene seguir el trazado bajo que permite su visualización desde la fundación, ingresando por el centro de salud de Horco Molle, siguiendo las instrucciones de la cartelería instalada antes de comenzar el tramo por el lecho seco del río, como era de esperar hice todo lo contrario, comencé desde arriba y sin seguir lo que queda del sendero alto, ya que el mismo sucumbió ante la yunga, la experiencia fue muy buena pero peligrosa ya que tuve que lidiar con pronunciadas pendientes, abismos casi infinitos, desniveles no aptos para todo público, 1005% de humedad y el cansancio propio de un ser urbano.
El primer intento de llegar hasta los viaductos partiendo desde el inicio de la senda a la Puerta del Cielo se truncó cuando me quedé sin camino y tuve que abrirme paso por entre la selva, salvando desniveles y embarrándome hasta las rodillas, consideré que seguir era una locura porque ahí en medio y solo cualquier contratiempo hubiera sido presumiblemente fatal, ya que nadie sabía sobre mi ubicación y como era de suponer no había señal de celular, así que emprendí el regreso cuesta arriba hasta alcanzar la segunda entrada denominada Sendero Del Funicular.
Tuve la suerte de encontrarme a la entrada del Sendero del Funicular con un maratonista que ejercita subiendo y bajando el minúsculo camino, él me indicó como llegar hasta los puentes siguiendo el camino principal hasta un punto en que se bifurca una pequeña senda a mano derecha y luego cuando la selva se coma al camino siga el recorrido de la tubería hasta que aparezcan las vías, ojo que es un poco peligroso por arriba y no cruces los puentes, ya que la estructura está muy deteriorada concluyó diciéndome.
Seguir la tubería implicó caminar durante unos veinte metros con medio cuerpo metido en la yunga y la otra mitad volando al viento con un abismo de unos treinta metros, por un filo en que cabía el caño y un pie a cada lado del mismo, también tuve que salvar desniveles, subir pequeños tramos empinados sujetándome a las ramas muy quebradizas por la exposición a una humedad pegajosa y constante y todo sin saber si llegaría al viaducto principal o la naturaleza se impondría a mi impertinencia.
Y de repente, ví la luz, sí estaba parado justo al borde del viaducto más largo del recorrido del funicular de la sierra, tres horas dentro de la selva habían dado su fruto.
Intenté bajar por una empinada huella, pero desistí porque no sabía si podía volver a subirla ya que el barro convertía en vidrio enjabonado la superficie del camino y no había ramas aptas para ir asiéndome, así que decidí continuar hasta que apareció el abismo tan temido, el camino sufría un corte abrupto, con pared de piedra a mi izquierda, abismo a la derecha y un salto perfectamente vertical de tres metros, podría haber intentado saltar sin pensar en caer mal o resbalar hacia la derecha lo que hubiera significado terminar treinta metros abajo o bien continuar y no poder retornar porque la pared de tres metros parecía haber sido cortada a máquina ya que no tenía sitios donde poner los pies en forma de escalón o hueco, me dije entonces que era hora de regresar ya que el motivo principal de la aventura había sido exitoso, ver el viaducto principal desde arriba.
Tubería, durmientes y rieles todo en un revoltijo mal ordenado producto del comportamiento de la clase política que por mezquindades individuales riega al suelo patrio de obras inconclusas como sello de gestión.
Argenruina luce en la Sierra de San Javier en todo su esplendor.
Completamente mojado, cubierto de hojas y con el calzado y los pantalones totalmente embarrados seguí camino ya por el sendero oficial que me depositaría en el seco lecho del río Cañas y luego en Horco Molle y la civilización occidental, por las miradas de las personas que me iban cruzando no debería tener el  aspecto de un homourbanus  y el pensar que tan solo contaba con un par de zapatos y un solo pantalón para todo el viaje que duraría 12 días comenzaba a ser un hecho entre cómico y bizarro, total había visto el viaducto de la selva... todo lo demás quedaría para la anécdota.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Futurismo ferroviario, la locomotora del Ingeniero Dante Livio Porta

http://museoferroviariotafiviejo.blogspot.com/2007/11/locomotora-gral-juan-domingo-peron-la.html
Confieso no haberme enterado de la existencia de este desarrollo nacional hasta hace muy poco tiempo, cuando por casualidad me encontré con una imágen de los '40, la primera de las aquí mostradas la que inmediatamente me ubicó en la comparación de sus formas y de concepción estilística con la arquitectura del Arquitecto-Ingeniero Salamone, contemporáneo al Ingeniero Porta, el resto el derrotero de esplendor-abandono-intento de resurgimiento y destrucción total, es el derrotero de muchas ideas, proyectos y concreciones de nuestra historia, cíclica, mezquina, cubificada en pequeñas celditas ideológicas y mentales.
Adjunto enlace para conocer datos técnicos y a su vez para profundizar el tema, y resumo más o menos el camino de la muerte para la Pte Perón. Sale a la luz entre el 47 y el 49, brilla hasta pasado el 55, en los 70 yace moribunda en La Plata, en los 90 aparece en Tucumán, entre el 95 y el 98 se intenta ponerla en valor, exhibiéndose en un museo ferroviario, y a partir del 99, bajo la gobernación de Julio Miranda, aquel cuestionado gobernador que mostraba al mundo como se le morían sus niñitos desnutridos e inundaba la Provincia de papelitos de colores sin valor junto a su Ministro de Economía, Alperovich, en ese momento radical, bueno a partir de ese 99, abandonada en la Estación Mate de Luna, lugar de acceso bastante complicado según quienes se han filtrado para sacar fotos de lo que queda de La Argentina.

lunes, 24 de octubre de 2011

Viaducto El Saladillo, Tucumán, Argentina

La inmensa obra alcanza casi 28 metros de altura hasta el nivel del riel, tiene una longitud de 365 metros y fue levantada en ladrillo a la vista a fines del siglo XIX. Cuenta con 25 arcos de medio punto sostenidos por 24 pilares de 21 metros de altura. Consumió, en total, 5 millones de ladrillos. Lástima que su vida útil fue relativamente corta, se utilizó desde 1884 hasta 1922 sin restricciones, clausurándose definitivamente en 1927, El problema que se presentó tuvo que ver con fallas estructurales que se generaron en la obra debido al cálculo erróneo de la carga que podía resistir el puente, no se tuvo en cuenta los mayores pesos de las nuevas formaciones. Desde el año 2000 en MHN y su visita y recorrido nos retrotrae al momento de apogeo de la industria ferroviaria y de la expansión de las economías regionales