Con la estación Maizales comienzo un breve paso por el ahora inexistente ramal Cañada de Gómez-Pergamino del antiguo Ferrocarril Central Argentino. En los papeles la línea está actualmente a cargo del NCA, o sea deberían correr trenes cargueros por sus rieles, pero no hay rieles, y si no hay rieles no hay trenes, caramba...
Indaguemos un poco la historia. La ley 2030 del 28 de setiembre de 1887 le autoriza al FCCA construir un tramo de vías de 143 kilómetros entre Cañada de Gómez (Santa Fe) y Pergamino (Buenos Aires).
En 1889 la compañía absorbió al Ferrocarril del Norte de B.A que unía Retiro con el pueblo de Tigre, la línea empalmaba con dicho ferrocarril en la estación Victoria, llegando como resultante de dicha operación a la gran metrópolis portuaria. También durante 1890 la empresa en expansión compra a la Western Railway los ramales Pergamino a Luján y Pergamino a San Nicolás.
Paralelamente a las anexiones la compañía declara un aumento excesivo de su capital invertido producto del sobreprecio fijado en cada operación de compra, tales circunstancias llevan a Scalabrini Ortíz a declarar al respecto que, "El inmoderado aumento del costo por kilómetro demuestra que esos capitales son en su mayoría imaginarios, producto de un simple juego de contabilidad".
Entre 1891 y 1896 el FCCA construye 125 kilómetros más entre Pergamino y San Urbano, aumentando nuevamente su ya abultadísimo capital y para más, durante el 1900 compra la compañía local Ferrocarril Oeste Santafesino con 216 kilómetros de vías, dicha adquisición se aprobó mediante un decreto que no especificaba capitales ni condiciones.
Como escribí en otra entrada anterior, para el 1901 el FCCA merced a anexiones, compras y fusiones tenía una longitud de vías de 1568 kilómetros y las estadísticas oficiales le asignaban un capital de más de 63 millones de pesos que la empresa había conseguido sin contribuir con un solo centavo a al riqueza del país, ya que estaba exenta de tributar con cualquier tipo de tasa o impuesto.
Esa gracia impositiva duraba 40 años, desde 1863 hasta 1903, año en que la compañía tenía que empezar a tributar al igual que cualquier otra empresa o ciudadano, ante esta situación los encargados de la ingeniería financiera británica diseñaron una operación de compra-venta ficticia por la cual el FCCA se vendió a otra empresa de la misma bandera The Buenos Aires and Rosario Railway Company Limited, o dicho en criollo Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario. Tras dicha operación la nueva compañía curiosamente pasó a denominarse igual que la desaparecida, Ferrocarril Central Argentino, dicha transacción permitió aumentar nuevamente el capital de la nueva-vieja empresa, habiendo construído 0 kilómetros de vías.
El nuevo FCCA se atribuyó a si mismo según su balance de 1908 un "Capital invertido en la Argentina" de 152 millones de pesos con una extensión de vías de 3876 kilómetros.
La empresa continuó expandiéndose durante las décadas del 30 y 40 hasta su nacionalización durante el gobierno del General Perón.
La nacionalización transforma al FCCA en Ferrocarril General Mitre y a su vez éste muta su denominación al de Nuevo Central Argentino durante la privatización de los ramales por parte de Menem, cerrando así un círculo dominado por un grado de corrupción estructural que marchó casi siempre a contramano de los intereses del pueblo y las finanzas nacionales.
El viaje continúa hacia el sur buscando la próxima estación, la fantasmal Francisco Paz, máximo exponente regional de arqueología ferroviaria.
Indaguemos un poco la historia. La ley 2030 del 28 de setiembre de 1887 le autoriza al FCCA construir un tramo de vías de 143 kilómetros entre Cañada de Gómez (Santa Fe) y Pergamino (Buenos Aires).
En 1889 la compañía absorbió al Ferrocarril del Norte de B.A que unía Retiro con el pueblo de Tigre, la línea empalmaba con dicho ferrocarril en la estación Victoria, llegando como resultante de dicha operación a la gran metrópolis portuaria. También durante 1890 la empresa en expansión compra a la Western Railway los ramales Pergamino a Luján y Pergamino a San Nicolás.
Paralelamente a las anexiones la compañía declara un aumento excesivo de su capital invertido producto del sobreprecio fijado en cada operación de compra, tales circunstancias llevan a Scalabrini Ortíz a declarar al respecto que, "El inmoderado aumento del costo por kilómetro demuestra que esos capitales son en su mayoría imaginarios, producto de un simple juego de contabilidad".
Entre 1891 y 1896 el FCCA construye 125 kilómetros más entre Pergamino y San Urbano, aumentando nuevamente su ya abultadísimo capital y para más, durante el 1900 compra la compañía local Ferrocarril Oeste Santafesino con 216 kilómetros de vías, dicha adquisición se aprobó mediante un decreto que no especificaba capitales ni condiciones.
Como escribí en otra entrada anterior, para el 1901 el FCCA merced a anexiones, compras y fusiones tenía una longitud de vías de 1568 kilómetros y las estadísticas oficiales le asignaban un capital de más de 63 millones de pesos que la empresa había conseguido sin contribuir con un solo centavo a al riqueza del país, ya que estaba exenta de tributar con cualquier tipo de tasa o impuesto.
Esa gracia impositiva duraba 40 años, desde 1863 hasta 1903, año en que la compañía tenía que empezar a tributar al igual que cualquier otra empresa o ciudadano, ante esta situación los encargados de la ingeniería financiera británica diseñaron una operación de compra-venta ficticia por la cual el FCCA se vendió a otra empresa de la misma bandera The Buenos Aires and Rosario Railway Company Limited, o dicho en criollo Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario. Tras dicha operación la nueva compañía curiosamente pasó a denominarse igual que la desaparecida, Ferrocarril Central Argentino, dicha transacción permitió aumentar nuevamente el capital de la nueva-vieja empresa, habiendo construído 0 kilómetros de vías.
El nuevo FCCA se atribuyó a si mismo según su balance de 1908 un "Capital invertido en la Argentina" de 152 millones de pesos con una extensión de vías de 3876 kilómetros.
La empresa continuó expandiéndose durante las décadas del 30 y 40 hasta su nacionalización durante el gobierno del General Perón.
La nacionalización transforma al FCCA en Ferrocarril General Mitre y a su vez éste muta su denominación al de Nuevo Central Argentino durante la privatización de los ramales por parte de Menem, cerrando así un círculo dominado por un grado de corrupción estructural que marchó casi siempre a contramano de los intereses del pueblo y las finanzas nacionales.
El viaje continúa hacia el sur buscando la próxima estación, la fantasmal Francisco Paz, máximo exponente regional de arqueología ferroviaria.