Otra estación que requiere algo de aventura para llegar hasta ella, en este caso y como ya me ha ocurrido en varias ocasiones, la misma no se ve desde el exterior debido al crecimiento de la foresta que la rodea, y cuando la detectás hay que atravesar entre cincuenta y cien metros de un espeso bosque abriéndose paso entre las ramas que se tornan peligrosas porque en un descuido quedás tuerto.
Edmundo B. Perkins se ubica en la progresiva kilómetro 322.4 del ramal Retiro-San Luis-Mendoza del BAP. La estación se inaugura en 1886, junto con el tramo entre Mercedes y Villa Mercedes.
Como vemos se encuentra en total estado de abandono, no está ocupada y tampoco se conformó pueblo alguno en sus inmediaciones.
Por sus vías pasan las mismas formaciones que circulan por las otras cuatro estaciones que ya hemos recorrido y está a la vista que ninguna se detiene en Perkins.
Aquí tenemos el caso de un edificio abandonado, pero en buenas condiciones que aceptaría cualquier reciclado para dejarlo en estado natural, lástima porque creo que ello nunca va a ocurrir.
La sensación que te queda al dejar una estación en este estado es ambigua, no ocurre lo mismo cunado al edificio lo vandalizan de tal manera que lo tornan irrecuperable, aquí hay mucha pasta para reciclar y devolverle a la parada su brillo original.
Frente a la estación y donde alguna vez debería haber existido un pueblo un río de cereal se abre ante los ojos, parejo en altura y con algunas ondulaciones muy suaves que te remiten a pequeñas olas, a los costados monte y seguramente al final del camino alguna estancia. La estación, el gran galpón, el cereal, el camino arbolado hacia alguna explotación, la inmensidad de la pampa generosa, por algunos minutos me pareció retroceder en el tiempo a la Argentina victoriana de fines del siglo XIX, a ese momento tan próspero pero tan desigual y tan ajeno que algunos todavía añoran como la única forma de salvación posible.
Como vemos se encuentra en total estado de abandono, no está ocupada y tampoco se conformó pueblo alguno en sus inmediaciones.
Por sus vías pasan las mismas formaciones que circulan por las otras cuatro estaciones que ya hemos recorrido y está a la vista que ninguna se detiene en Perkins.
Frente a la estación y donde alguna vez debería haber existido un pueblo un río de cereal se abre ante los ojos, parejo en altura y con algunas ondulaciones muy suaves que te remiten a pequeñas olas, a los costados monte y seguramente al final del camino alguna estancia. La estación, el gran galpón, el cereal, el camino arbolado hacia alguna explotación, la inmensidad de la pampa generosa, por algunos minutos me pareció retroceder en el tiempo a la Argentina victoriana de fines del siglo XIX, a ese momento tan próspero pero tan desigual y tan ajeno que algunos todavía añoran como la única forma de salvación posible.
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