Cualquier descripción, cualquier estadística, cualquier precisión tecnológica, queda minimizada ante los datos emitidos por lo sentido ante la contemplación de tal epopeya ingenieril, Polvorilla se siente, se siente el esfuerzo de la subida por ese zig-zag improvisado, se siente el viento, la idea de ser cóndor o una vieja 1300 de los años sesenta, cuando se acuñó el mote de Tren a las Nubes. Subirlo, caminarlo, treparlo, contemplarlo de frente, atravesarlo siguiendo la traza de la nueva 40 hacia Sey, ante cada acción surge una nueva sensación, una euforia, una respiración cansada por el esfuerzo, una expresión de asombro, todo vale ante la magnitud de una obra gigantesca que nos debe enorgullecer.
Realmente impresionante, me dio vértigo con sólo ver las fotos.
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