Cierta vez descubrí en la red una imágen que contenía una estación de trenes totalmente cubierta por cañaverales y maleza, tal estado de abandono fue muy impactante y comencé una inmediata búsqueda de datos sobre tal exótico lugar. Resultó ser Tezanos Pinto, un pequeño pueblo ubicado a unos 20km al S de Paraná, capital de la Provincia de Entre Ríos, muy cerquita de la universitaria ciudad de Oro Verde.
Con cierta premura armé el viaje que contenía la incógnita del por qué de tal olvido siendo que la locación se halla muy próxima a centros poblados. Los seis kilómetros finales por la polvorienta traza de la ex RN 131, comenzaban a develar el motivo, un ferrocarril por años clausurado, una ruta nacional que dejó se ser tal, éxodo juvenil, perfecto cóctel para un abandono de película.
El contacto visual con la estación me llenó de estupor, no había ni maleza ni cañas que cubrieran todo el predio, andamios denotaban que se estaba reciclando el exterior del edificio, gente en la galería daba señales de vida, todo lo que había ido a buscar había resultado a la inversa, pero la primera sensación de frustración se convirtió en inmediato regocijo cuando me enteré que tal cambio respondía al inminente centenario del pueblo, y toda esa gente, con harto placer y esfuerzo le estaba devolviendo la vida al hermosísimo edificio de la estación, fui en busca de un cadáver y me encontré a una bella quinceañera probándose su vestido soñado.
Hoy las vías están activas, por allí circula el tren que une Paraná con Concepción del Uruguay, se ha comenzado con la pavimentación de la ruta, con total éxito se llevó a cabo el centenario, y de a poco el sitio y sus aledaños cobrarán la vida que tenían antes que la burocrática muerte se apropiara de ellos.
Con cierta premura armé el viaje que contenía la incógnita del por qué de tal olvido siendo que la locación se halla muy próxima a centros poblados. Los seis kilómetros finales por la polvorienta traza de la ex RN 131, comenzaban a develar el motivo, un ferrocarril por años clausurado, una ruta nacional que dejó se ser tal, éxodo juvenil, perfecto cóctel para un abandono de película.
El contacto visual con la estación me llenó de estupor, no había ni maleza ni cañas que cubrieran todo el predio, andamios denotaban que se estaba reciclando el exterior del edificio, gente en la galería daba señales de vida, todo lo que había ido a buscar había resultado a la inversa, pero la primera sensación de frustración se convirtió en inmediato regocijo cuando me enteré que tal cambio respondía al inminente centenario del pueblo, y toda esa gente, con harto placer y esfuerzo le estaba devolviendo la vida al hermosísimo edificio de la estación, fui en busca de un cadáver y me encontré a una bella quinceañera probándose su vestido soñado.
Hoy las vías están activas, por allí circula el tren que une Paraná con Concepción del Uruguay, se ha comenzado con la pavimentación de la ruta, con total éxito se llevó a cabo el centenario, y de a poco el sitio y sus aledaños cobrarán la vida que tenían antes que la burocrática muerte se apropiara de ellos.
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