El Ferrocarril del Sud era una compañía de capitales británicos que construyó y operó una red de ferrocarriles durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. La empresa fue fundada por Edward Lumb en 1862 y su primer gerente general fue Edward Banfield.
En 1861 el señor Lumb solicita la concesión de una línea que uniría el Mercado de Constitución con el pueblo de Chascomús. El proyecto fue ampliamente discutido en la Cámara de Diputados y finalmente aprobado, así fue que el 27 de mayo de 1862 la legislatura bonaerense autorizó al poder ejecutivo provincial a cuyo frente se encontraba Mitre, para celebrar un contrato con Lumb. Con fecha de 12 de diciembre fue aprobada la traza del ferrocarril según el plano presentado por el interesado.
Lumb no consiguió capitales nacionales debiendo recurrir a Londres, en donde recibió dinero por parte de los banqueros Baring y Mr. Robertson, constituyendo entonces la compañía limitada "Gran Ferrocarril del Sud de Buenos Aires", aprobándose en 1863 los estatutos correspondientes.
El 7 de marzo de 1864 se efectuó la inauguración de los trabajos en los terrenos en donde hoy se halla la estación Constitución, participaron del evento Mitre, ahora presidente de la nación, Mariano Saavedra, gobernador de Buenos Aires y Frank Parish, presidente de la comisión local pro FCS. El ritmo que llevó la obra fue tan contundente que los trabajos finalizaron el 14 de diciembre de ese mismo año, completando los 114 kilómetros hasta Chascomús en menos de nueve meses.
El ferrocarril fue el emprendimiento más importante de la década de 1870, llegando a contar con 563 kilómetros de vías para comienzo de los 80, por su ley de concesión la empresa estaba obligada a extender sus rieles más allá del pueblo de Dolores y a construir los ramales que el gobierno determinase, llevando los beneficios de la "civilización más allá de los límites del Río Salado, como lo pedían los estancieros y ganaderos del sud. En 1876 el tren llega a Azul, quedando a las puertas de las "tribus bárbaras" como solían clasificar los hombres blancos a quienes habitaban al sur de Olavarría, "la frontera, entre el bien y el mal" se interponía, algo había que hacer para librar el territorio y permitir así el avance del progreso hasta las tierras de los estancieros sureños.
La "solución final", fue el endurecimiento de la Campaña al Desierto, acciones militares tendientes a desalojar de originarios el territorio usurpado por la ley blanca, y así fue, al costo de miles de originarios masacrados, desplazados y sobornados el tren continuó avanzando hacia el sur, cumpliendo el sueño de Alberdi quién decía "El ferrocarril hará la unidad de la República Argentina, mejor que todos los congresos, los congresos podrán declararla una e indivisible, pero sin el camino de hierro que acerque sus extremos remotos quedará siempre divisible y dividida contra todos los decretos legislativos", bien intencionadas palabras que ignoraban, ignoraban?, que hacerlas realidad conllevarían al más descarnado genocidio cometido por el estado al mando de los capitales imperiales de turno.
Despejado el camino, la próxima meta era llegar con los rieles a Bahía Blanca, el gran puerto del sud, y es en ese emprendimiento cuando aparece nuestro ramal que contiene a la estación La Larga.
La Larga es una estación del ramal Constitución-Bahía Blanca, vía Lobos, Bolívar, Daireaux, Guaminí, Saavedra. El tramo Bolívar-Saavedra queda abierto al tráfico el 27 de julio de 1898, luego esta vía contendría al ramal Daireaux-Rivera, y en la actualidad no contiene nada ya que no circula tren alguno por sus rieles, por tramos inexistentes como lo demuestran las tomas a continuación.
La estación se encuentra en muy buenas condiciones, al igual que el predio circundante, el pueblo es muy pequeño y prolijo como suelen ser éstos pequeños enclaves pampeanos, la población actual alcanza a los 53 habitantes según el censo del 2010.
El tren de pasajeros llegaba hasta la estación anterior a La Larga, un servicio de Ferrobaires cumplía el trayecto entre Constitución y Daireaux, digo cumplía y no cumple, porque a pesar que el cuadro tarifario sufre actualizaciones, el tren no circula desde abril del 2012, eso significa que en la actualidad el ramal Lobos-Daireaux, está a la buena de Dios, en riesgo de sufrir vandalismo y depredaciones como ha sucedido en todas las líneas que quedaron inactivas por más de 15 segundos.
La privatización sufrida durante el gobierno de Menem le otorgó el corredor al FerroExpreso Pampeano, corredor que se hallaba en manos del Ferrocarril General Roca, desde la nacionalización de 1948, propiciada por el gobierno del General Perón.
Atrás queda La Larga, dejo los caminos arenosos en busca del ansiado pavimento de la RP 65, pero como sorpresas te da la vida, a poco de andar un terrible sincericidio aparece al costado de la ruta.
Vías (cuando están), en pésimo estado, rutas en pésimo estado (dicho por ellos mismos), y pensar que con el tren en funcionamiento, los caminos no estarían bajo la terrible presión del sistema de transporte de carga que aniquila pavimentos construidos sin la previsión del caso, si eliminábamos al tren en función de privilegiar el tándem carreteras-transporte automotor, se tendría que haber previsto la durabilidad de las mismas a futuro, pero obviamente ésto no sucedió y el aumento del tonelaje en relación con el incremento de la producción agropecuaria genera el colapso de las rutas provinciales, libres de concesiones y a merced del escaso presupuesto oficial.
En 1861 el señor Lumb solicita la concesión de una línea que uniría el Mercado de Constitución con el pueblo de Chascomús. El proyecto fue ampliamente discutido en la Cámara de Diputados y finalmente aprobado, así fue que el 27 de mayo de 1862 la legislatura bonaerense autorizó al poder ejecutivo provincial a cuyo frente se encontraba Mitre, para celebrar un contrato con Lumb. Con fecha de 12 de diciembre fue aprobada la traza del ferrocarril según el plano presentado por el interesado.
Lumb no consiguió capitales nacionales debiendo recurrir a Londres, en donde recibió dinero por parte de los banqueros Baring y Mr. Robertson, constituyendo entonces la compañía limitada "Gran Ferrocarril del Sud de Buenos Aires", aprobándose en 1863 los estatutos correspondientes.
El 7 de marzo de 1864 se efectuó la inauguración de los trabajos en los terrenos en donde hoy se halla la estación Constitución, participaron del evento Mitre, ahora presidente de la nación, Mariano Saavedra, gobernador de Buenos Aires y Frank Parish, presidente de la comisión local pro FCS. El ritmo que llevó la obra fue tan contundente que los trabajos finalizaron el 14 de diciembre de ese mismo año, completando los 114 kilómetros hasta Chascomús en menos de nueve meses.
El ferrocarril fue el emprendimiento más importante de la década de 1870, llegando a contar con 563 kilómetros de vías para comienzo de los 80, por su ley de concesión la empresa estaba obligada a extender sus rieles más allá del pueblo de Dolores y a construir los ramales que el gobierno determinase, llevando los beneficios de la "civilización más allá de los límites del Río Salado, como lo pedían los estancieros y ganaderos del sud. En 1876 el tren llega a Azul, quedando a las puertas de las "tribus bárbaras" como solían clasificar los hombres blancos a quienes habitaban al sur de Olavarría, "la frontera, entre el bien y el mal" se interponía, algo había que hacer para librar el territorio y permitir así el avance del progreso hasta las tierras de los estancieros sureños.
La "solución final", fue el endurecimiento de la Campaña al Desierto, acciones militares tendientes a desalojar de originarios el territorio usurpado por la ley blanca, y así fue, al costo de miles de originarios masacrados, desplazados y sobornados el tren continuó avanzando hacia el sur, cumpliendo el sueño de Alberdi quién decía "El ferrocarril hará la unidad de la República Argentina, mejor que todos los congresos, los congresos podrán declararla una e indivisible, pero sin el camino de hierro que acerque sus extremos remotos quedará siempre divisible y dividida contra todos los decretos legislativos", bien intencionadas palabras que ignoraban, ignoraban?, que hacerlas realidad conllevarían al más descarnado genocidio cometido por el estado al mando de los capitales imperiales de turno.
Despejado el camino, la próxima meta era llegar con los rieles a Bahía Blanca, el gran puerto del sud, y es en ese emprendimiento cuando aparece nuestro ramal que contiene a la estación La Larga.
La Larga es una estación del ramal Constitución-Bahía Blanca, vía Lobos, Bolívar, Daireaux, Guaminí, Saavedra. El tramo Bolívar-Saavedra queda abierto al tráfico el 27 de julio de 1898, luego esta vía contendría al ramal Daireaux-Rivera, y en la actualidad no contiene nada ya que no circula tren alguno por sus rieles, por tramos inexistentes como lo demuestran las tomas a continuación.
La estación se encuentra en muy buenas condiciones, al igual que el predio circundante, el pueblo es muy pequeño y prolijo como suelen ser éstos pequeños enclaves pampeanos, la población actual alcanza a los 53 habitantes según el censo del 2010.
El tren de pasajeros llegaba hasta la estación anterior a La Larga, un servicio de Ferrobaires cumplía el trayecto entre Constitución y Daireaux, digo cumplía y no cumple, porque a pesar que el cuadro tarifario sufre actualizaciones, el tren no circula desde abril del 2012, eso significa que en la actualidad el ramal Lobos-Daireaux, está a la buena de Dios, en riesgo de sufrir vandalismo y depredaciones como ha sucedido en todas las líneas que quedaron inactivas por más de 15 segundos.
La privatización sufrida durante el gobierno de Menem le otorgó el corredor al FerroExpreso Pampeano, corredor que se hallaba en manos del Ferrocarril General Roca, desde la nacionalización de 1948, propiciada por el gobierno del General Perón.
Atrás queda La Larga, dejo los caminos arenosos en busca del ansiado pavimento de la RP 65, pero como sorpresas te da la vida, a poco de andar un terrible sincericidio aparece al costado de la ruta.
Vías (cuando están), en pésimo estado, rutas en pésimo estado (dicho por ellos mismos), y pensar que con el tren en funcionamiento, los caminos no estarían bajo la terrible presión del sistema de transporte de carga que aniquila pavimentos construidos sin la previsión del caso, si eliminábamos al tren en función de privilegiar el tándem carreteras-transporte automotor, se tendría que haber previsto la durabilidad de las mismas a futuro, pero obviamente ésto no sucedió y el aumento del tonelaje en relación con el incremento de la producción agropecuaria genera el colapso de las rutas provinciales, libres de concesiones y a merced del escaso presupuesto oficial.
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